Línea Fifí
Por Martín de J. Takagui
Comentaristas de medios de comunicación, periodistas, opinólogos y especialistas, como analistas políticos y los propios números de los resultados en materia de la crisis sanitaria que atraviesa el mundo y en nuestro país, coinciden en que México se encuentra en el peor momento de lo que hemos visto hasta ahora de contagios, hospitalizaciones y muertes por Covid-19.
Hay quienes decimos que estamos en el peor momento de la pandemia, pero así lo hemos venido repitiendo desde el mes de mayo pasado, pero cada día se han superado los máximos históricos durante la primera quincena del 2021, pero en realidad no sabemos hasta dónde llegará el ritmo de letalidad de esta enfermedad.
También hay quienes aseguran que la pandemia está fuera de control, por lo menos en las entidades del centro del país, como la Ciudad de México, el Estado de México, así como Aguascalientes, Hidalgo, entre otros, en donde están a punto de ser rebasadas las capacidades hospitalarias en todos los niveles.
Frente a esta tragedia nacional que supera las 130 mil muertes en este mes, la llegada de las vacunas, una amplia variedad de vacunas para prevenir el Covid-19, pareciera que las muertes y los contagios masivos han quedado atrás.
Incluso desde finales del año que concluyó, el gobierno ya hablaba de la pandemia como un hecho o una situación ya superada, pero hoy, el gobierno del presidente Andrés López ya prácticamente no habla de los muertos, habla solamente de hospitalización y de camas disponibles, pero el grueso de la información en torno a la pandemia gira en torno a la vacuna, una inmunización que no ha alcanzado ni siquiera el uno por ciento de la población objetivo.
A más de tres semanas de que llegó la primera partida de vacunas a México, los niveles de inmunización en México registran números muy incipientes, pero se espera que para marzo de este año todos los trabajadores de salud y los adultos mayores hayan sido vacunados.
La Organización Mundial de la Salud ha señalado que con la aplicación de la vacuna no se acaba la pandemia, a pesar de que ésta tiene una seguridad de 80 por ciento, pero algo que no se ha dicho, aunque se sabe, es que se trata de un virus la molécula activa y que los virus mutan, cambian su composición, por ello, tan pronto como mute esta cepa, la vacuna será inservible, por eso tanta la preocupación por la aparición de la aparición de la segunda cepa.
Pareciera que solamente el gobierno del presidente López Obrador se ha puesto a salvo con la vacuna, o por lo menos es un placebo, pues en este momento ya no se puede hablar más de muertos, de contagios, pues se encuentran fuera de control, pero la vacuna ayuda al gobierno a mantener un tema, aparentemente de gran importancia, pero en una situación en la que no deja de haber muertos y contagiados.
Pero en este proceso de vacunación, el presidente de México ha acusado a los gobernadores de oposición de un interés de manejar de manera electorera las vacunas y por eso, ha evitado a toda costa que los gobiernos estatales compren y apliquen cualquiera de las vacunas que se han producido y autorizado en el mundo.
Sin embargo, el propio gobierno federal ha diseñado un modelo de vacunación, a través de brigadas en las que hay desde médicos, militares, marinos, pero lo inexplicable es que a esas brigadas se les han sumado los “Servidores de la Nación”, que no son otra cosa más que representantes personales del mismísimo presidente López Obrador, quienes estarán concientizando a los beneficiarios de la vacuna de que se trata de una gestión directa del hombre de Palacio Nacional.
Se trata de esas mismas personas que se encargan de entregar personalmente los beneficios de los programas sociales como los de Bienestar, las becas y demás apoyos económicos directos, como los de los adultos mayores.
Si eso no es una acción electorera, cuando las vacunas se estarán aplicando en plena campaña electoral, entonces que cambien la constitución en materia electoral.
Es vergonzosa la forma en que el gobierno federal acapara la aplicación de las vacunas, utilizando la esperanza de vida de los mexicanos, a través de la vacuna contra esta temida enfermedad con fines electorales.
Sin duda se trata de una práctica mucho más perversa de la que utilizó el ex gobernador de Veracruz Javier Durarte cuando aplicaba agua destilada a los niños enfermos de cáncer para simular atención médica en favor de los menores. Es un uso criminal de los recursos gubernamentales y la salud de los mexicanos.
Sigamos por la Línea Fifí.