Línea Fifí
Por Martín de J. Takagui
Un liderazgo sin responsabilidad es la peor amenaza para la sociedad, para las instituciones y para un país, pero dependiendo de la clase de guía, es capaz de poner en riesgo al mundo antero.
Este Día de Reyes, este 6 de enero de 2021 será una fecha tristemente memorable para la democracia y para la legalidad en lo que se ha considerado la democracia más robusta del mundo, misma que por el capricho de un líder narcisista que quiere pasar a la historia a como de lugar puso de cabeza al Capitolio con un saldo de cuatro de sus seguidores muertos y un número indeterminado de lesionados.
La ola de protestas convocadas por el presidente de Estados Unidos Donald Trump en Washington, la capital del capitalismo mundial muestra la fragilidad de una democracia, frente a la voluntad de un líder que irresponsablemente buscó llamar la atención, argumentando un fraude electoral inexistente y cuyo resultado era inamovible.
Todo lo que se vio el miércoles pasado durante la sesión de ratificación del triunfo de John Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos es resultado de la necedad y la prepotencia de un presidente que se negó a reconocer su derrota y consciente de lo que estaba haciendo al llamar a las protestas, minimizó la magnitud de sus consecuencias .
Las sesiones conjuntas en el capitolio entre Senadores y Representantes, no son cosas de todos los días y en este caso, presidida por el vicepresidente, Mike Pence perlo la del pasado miércoles solamente cada cuatro años se celebra y fue interrumpida por la turba de manifestantes que, siguiendo el llamado de Trump generaron caos, rompieron la ley, pusieron en peligro a la institución legislativa y dieron muestra de una sociedad que no respeta la ley ni la voluntad de los ciudadanos.
Es evidente que más que una irresponsabilidad, Donald Trump actuó de manera deliberada, no quiso que su derrota fuera una mas en la historia de los Estados Unidos. Usó a sus seguidores quienes lograron a través de una turba lo que ninguna estrategia política habría alcanzado.
Donald Trump pasará a la historia; su discurso incendiario, sus frases ofensivas, sus ideas racistas, su complejo de superioridad hoy lo tienen acabado políticamente, a pesar de que ha anunciado que buscará la reelección dentro de cuatro años y la constitución se lo permite, hoy ni sus seguidores ni sus amigos ni sus incondicionales le tienen confianza.
Prueba de ello es que varios de sus aliados, de sus amigos a quienes les dio cargos en el gobierno renunciaron tan pronto como se dieron cuenta de lo que el llamado de Trump generó en el Capitolio.
Hasta las redes sociales y los medios de comunicación le dieron la espalda, la desesperación de un político, de un líder sin escrúpulos es su propio fin, la sociedad, el pueblo es sabio, como lo ha señalado el presidente de México, Andrés López Obrador.
Hoy el pueblo de Estados Unidos no ve con el mismo respeto al Capitolio ni a la figura presidencial, la institución presidencial no será la misma para los estadounidenses, el Poder Legislativo de esa nación fue vulnerado.
Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena; sin embargo, es un buen ejemplo de que el populismo exacerbado puede ser tan nefasto para un pueblo, como para el mismo líder.
La vida política de los pueblos está definida por los líderes, hasta ahora, en Estados Unidos los presidentes habían sido los primeros en respetar las leyes y las atribuciones de cada institución, las cosas no serán igual a partir de este mes de enero en el país vecino del norte.
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