Línea Fifí
Por Martín de J. Takagui
Liberales y conservadores, conmigo o contra mí, todo o nada, expresiones que significan un totalitarismo y, sobre todo, una profunda división en las preferencias políticas de los mexicanos, pero lo más grave es que con esas ideas, el presidente Andrés López Obrador consiguió llevar a la mente de los políticos y de los mexicanos, en general, la idea del proceso electoral, para el que falta un año.
Con el pretexto del Bloque Amplio Opositor (BOA), anunciado hace una semana y descrito por el vocero de la Presidencia de la República, un supuesto que nadie confirmó, que nadie hizo, que nadie se lo creyó y que tampoco nadie de lo adjudicó, el jefe del Ejecutivo Federal, impedido por la ley para intervenir en procesos electorales puso en la agenda actual el tema electoral.
Vaya forma de impulsar un debate, una lucha, una competencia que, si bien no está perdida para Morena y para el presidente, ya se pronostican duros golpes, por lo que mientras antes comience el debate y la lucha por los votos, el partido en el gobierno podría recuperar voluntades.
Ha sido el tema de la pandemia, su manejo y las cifras que ofrece cada noche el Gobierno de la República, lo que mayores costos políticos o de preferencias han tenido que pagar el gobierno y el mismo presidente de la República.
Las curvas que no se aplanan, los picos que cada día son más altos, el reinicio de las giras presidenciales de trabajo, el fin de la sana distancia, el marco en el que se toma el tema electoral por parte de López Obrador, a quien le urge la batalla electoral, porque solamente en campaña se siente cómodo.
La generación de los bloques conservador y conservador, es algo que AMLO espera, pues solamente de esa manera, obteniendo una mayoría de 50 más uno, alcanzaría nuevamente la mayoría en el Congreso de la Unión, que es lo más importante, la primera prioridad política del presidente.
Pero no será tan fácil lograr esa partición a la mitad, pues mientras el PAN y el PRD ya cayeron en el juego, pactando, en principio una alianza electoral, Movimiento Ciudadano, a través de Clemente Castañeda les pidió tiempo, Clemente Castañeda les dijo a Marko Cortés del PAN y a Ángel Ávila del PRD, pues aseguró que no es tiempo para esas decisiones.
Por otra parte, el PRI no ha pintado ni su bandera, Alejandro Moreno, anda de luto por el fallecimiento de su señor padre, mientras que de la secretaria general, Carolina Vigiano, no se ha visto nada que tenga que ver con el tema electoral.
Aunque “Alito” dirigente nacional del PRI ha hecho algunas declaraciones asegurando que ganarán sus candidatos, en especial en Coahuila, los mapas de preferencias electorales más recientes pintan de marrón prácticamente las 15 gubernaturas que estarán en juego, dando la preferencia a los candidatos de Morena.
Por ahora, impulsar una opción alternativa en contra de Morena se ve muy lejano; mientras que López Obrador ya se los advirtió a los gobernadores, que “yo estaré vigilándolos que no intervengan en el proceso electoral, que no haya dinero público en las campañas y si algún gobernador lo hace, yo lo voy a denunciar, porque es mi obligación”.
Los gobernadores saben cómo trabajar los temas electorales; sin embargo, por la forma en que se hacen las acusaciones y los linchamientos, desde las conferencias mañaneras de AMLO, sin presentación de pruebas y sin confirmaciones de información, cualquiera de los mandatarios estatales, podrá pensar más de una vez el riesgo que implicaría intentar la manipulación de las elecciones.
Con todo lo que sucede en el mundo, en México, los desatinos y la falta de credibilidad, las preferencias electorales están mermadas para el partido del presidente, pero aún es difícil que pierda estrepitosamente.
Morena y el presidente pues cuentan con un amplio margen, mientras que, por el lado de la oposición, de los demás partidos políticos no se observa fuerza alguna que pueda ser verdaderamente competitivo frente a Morena.
Por ahora la única esperanza que tienen los partidos minoritarios, es que en Morena, como ya se vislumbra, se genere una guerra intestina, una batalla entre las tribus por el control del partido y de las candidaturas y eso lo lleve a una profunda división.
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