La profunda crisis económica y financiera que será el resultado del rompimiento entre Rusia y Arabia Saudí, con motivo de la producción petrolera, ya le pegó a las finanzas y a la macroeconomía mexicana; pero a ello, se suma la pandemia del Covid-19 que se espera desastrosa para el sistema de salud en nuestro país, ponen a México en una situación de vulnerabilidad y de toda clase de riesgos.
Aparentemente el tema de los feminicidios que amenazaba con crecer como un problema social ha quedado en stand by, pero no se ha resuelto y podría resurgir, aunado a las cifras récord de violencia y muertos que se siguen registrando aún con la pandemia y la cuarentena, agravan la condición en la que se encuentra la administración del presidente Andrés López Obrador.
No cabe duda que, como nunca, México está en la antesala de una situación grave en materia económica y de salud, como nunca se había visto, pero de no conducirse de manera adecuada, esas amenazas podrían trasladarse al ámbito de lo social, pues cuando una crisis le pega en el bolsillo y en el estómago a la gente, la situación se agrava.
Los dos factores de origen que son la salud y los precios del petróleo, son factores exógenos, que no tienen que ver con las decisiones del gobierno de Morena y también se suma el tema de la baja en la calificación de la deuda soberana de Pemex, que algunas de las calificadoras internacionales han anunciado que ven a la petrolera mexicana como un ente crediticio de riesgo.
Si bien el gobierno de México es ajeno a la explosión de estas crisis paralelas, la administración de López Obrador sí tiene en sus manos la solución, pues el que México salga bien librado de éstas, depende de las decisiones que se tomen para mitigar los efectos que, como siempre, afectarán con mayor dureza a los sectores más desfavorecidos de los mexicanos.
Frente a este panorama, el presidente López Obrador se ve en el entorno de su informe trimestral que él mismo ha promovido, en donde anunció que hablará de su estrategia para mantener el empleo en condiciones de empleo decente, con prestaciones sociales y salarios intactos.
También ha dicho que hablará sobre el plan de reactivación económica, diseñado y exigido por las cúpulas empresariales, en donde la Iniciativa Privada inyectará parte de los recursos que ya se habían anunciado para el gran programa de infraestructura, planteado hace varias semanas.
Todo parece indicar que el presidente tiene un plan bien diseñado para hacer frente a la crisis que ya empieza a sentirse entre los mexicanos y seguramente, el jefe del Poder Ejecutivo, cuenta con los elementos que le permitan tomar, con la cabeza fría, y con la asesoría de los mejores expertos en cada una de las materias, las mejores decisiones.
Y está obligado a que sean las mejores y acertadas decisiones, porque se trata de resolver el problema o los problemas más importantes y trascendentes de toda su administración. Tendrá que presentarse como un verdadero estadista y no como un eterno candidato opositor, culpando a los otros.
De manera muy optimista, el presidente de México ha señalado que se trata de una crisis pasajera, en lo económico, mientras que en materia de salud, se le ha recomendado, como a todos los mexicanos y a todo el mundo, que deje de trabajar y no lo ha hecho, sigue en sus giras de gobierno, asegurando que “si dejamos de trabajar, los vacíos se van a llenar por parte de los conservadores”.
El Poder Ejecutivo en México no es más que el presidencialismo, López Obrador lo ha acentuado, lo ha cultivado y no quiere compartirlo ni cederlo, hace bien, pero habría que preguntarse cuál será el costo de estas decisiones.
Para los mexicanos y para el propio Presidente de México, es muy importante el mensaje del próximo domingo a las 17:00 horas que lanzará desde Palacio Nacional y todos estaremos atentos. Ojalá que sean buenas sus decisiones, ya lo veremos.
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