Por Martín de J. Takagui
Es una realidad que, al llegar al gobierno, hace ya 17 meses, el presidente Andrés López Obrador encontró un sistema de salud basado en el Seguro Popular, encargado de atender al grueso de la población, que buscaba la universalidad de los servicios para alcanzar a los sectores más desprotegidos, según los objetivos planteados por el gobierno del presidente Vicente Fox hace casi 20 años.
Además, el presidente López Obrador denunció y descubrió una serie de actos de corrupción, sobre todo, en lo que se refiere a la compra de medicamentos y de equipos médicos, lo que originó una supuesta necesidad de acabar con el anterior sistema, básicamente con el Seguro Popular y crear el Instituto de Salud para el Bienestar.
Un año después de iniciado el proceso de “saneamiento” del sistema de salud mexicano, desde finales del año pasado y a principios del presente, se conoció el brote de lo que hoy es una pandemia, hace medio año que se observó el riesgo de una pandemia o por lo menos de una epidemia importante.
Seis meses después de las primeras señales de riesgo sanitario, siendo el Continente Americano el último en contagiarse; hoy México sigue recibiendo, procedentes de Asia y de Estados Unidos, equipo y material de protección parea médicos y de asistencia para ayudar a los enfermos de terapia intensiva, como son los respiradores.
Por lo que hace a los resultados, a pesar de las conferencias de prensa diarias, los sistemas de comunicación del gobierno han fallado, gran parte de los mexicanos, especialmente quienes saben del tema como los ex secretarios de salud, desconfían de los datos que día con día actualiza la autoridad sanitaria.
La corrupción denunciada, en principio por el presidente López Obrador no se ha frenado, prueba de ello el caso de León Manuel Bartlett, hijo del más de los veteranos del gabinete del Presidente de la República, Manuel Bartlett Díaz.
Este sujeto, valiéndose de las relaciones de su padre, vendió al IMSS 20 ventiladores para enfermos de Covid-19 en 31 millones de pesos, un millón y medio de pesos por unidad, cuando el precio internacional de dichos aparatos es de alrededor de 700 mil pesos.
Mejor prueba de esto, que la corrupción prevalece, no existe, pero ¿cuánto vale una vida? ¿Cuánto vale un médico enfermo? ¿Cuánto vale un camillero o una enfermera muertos? Eso es lo que menos le ha importado al gobierno.
Hoy, con información de la propia Secretaría de Salud, los mexicanos no requerimos de mayores evidencias de que el sistema de salud mexicano, la Secretaría de Salud, y la administración del presidente López Obrador no ha podido estar a la altura del reto que significó y sigue significando para su gobierno la pandemia.
El personal médico, hombres y mujeres que están en la primera línea de la guerra contra la pandemia, han actuado como en las guerras la llamada “carne de cañón”, se les ha usado irracional e irresponsablemente como combatientes que ellos mismos han dicho “vamos a la guerra sin fusil”, sin la menos ni la más básica protección para prestar sus servicios.
Hasta el martes pasado, al menos ocho mil 544 hombres y mujeres médicos, enfermeros, laboratoristas, camilleros y hasta dentistas han sido contagiados y 111 de ellos han muerto, según las cifras oficiales, porque también han muerto otros no contabilizados de “neumonía atípica”.
Aunado a ello, la tasa de mortalidad en el mundo, se ha mantenido en alrededor de 6.9 por ciento, casi siete de cada cien personas que se han contagiado, pero en México esa tasa es de 10.5 muertos por cada cien que llegan a enfermarse con síntomas y que fueron hospitalizados, confirmados con Covid-19.
Adicionalmente, el gobierno debió haber previsto, como un programa emergente de atención y prevención, para comunidades y población vulnerable, como son los grupos indígenas, de los cuales han fallecido 157, en tanto, se han contagiado 899, lo cual significa que en esta población vulnerable, el nivel de letalidad es de 17.49 por ciento.
Todo lo anterior, demuestra que México no ha estado a la altura de la eficacia en sus sistemas de salud, de prevención y de tratamiento para hacer frente a la pandemia.
Sin duda este es el mayor y más importante reto que enfrenta el gobierno del presidente Andrés López Obrador, lo que sí es un hecho, es que el resultado de esta crisis de salud y económica, habrán de marcar al actual gobierno, pero por lo que, hasta ahora hemos visto, el saldo será negativo.
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