Línea Fifí
Por Martín de J. Takagui
Buen ejemplo está dando el gobierno federal con el uso de los apoyos y servicios del gobierno con un uso electorero a través de estructuras de activistas oficiales y del partido, quienes se mantienen apostados en los centros de vacunación, con nombres como los Servidores de la Nación o los militantes voluntarios que actúan promotores del voto en favor de los candidatos de Morena.
Desde el pasado 4 de abril, cuando entraron en vigor las campañas de candidatos a diputados locales y federales, como de alcaldes, los chalecos color guinda se ven con mayor frecuencia en los caminos y en las calles, quienes con una lista en la mano, van promoviendo los programas sociales, el voto para Morena y difunden información sobre los procesos de vacunación.
En el caso de la Ciudad de México, las quejas por la participación de los Servidores de la Nación, en los centros de vacunación, obligó a cambiar los chalecos de color guinda, por los verdes, con la imagen del gobierno de la Ciudad de México, pero en las calles siguen los chalecos color Morena.
El mismísimo presidente de la República promovió una iniciativa para castigar con cárcel los delitos electorales, a los que se les considera como delitos graves, pero esto que se describe, era lo que desde la oposición, los mismos morenos calificaban como actos inmorales de compra de votos.
Además, desde el púlpito de Palacio Nacional, se ha comprometido una y otra vez que no habrá uso electorero de los programas sociales y de los apoyos del gobierno, mismos que criticaron cuando aspiraban a llegar al poder, pero ahora se practican por todos lados.
Los chalecos guindas tocan puertas de casa por casa, preguntan cuántas personas viven ahí y si alguien recibe cualquiera de los beneficios de los programas sociales, además si alguien estaría dispuesto a votar por los candidatos de Morena.
Tan solo en las alcaldías de Azcapotzalco y Tlalpan, esas prácticas se ven todos los días, sobre todo, cuando se instalan por las calles los tianguis, en sus alrededores, es muy común ver a grupos, principalmente de mujeres que realizan estas tareas de promoción.
En todos los casos, tanto en los centros de vacunación, como en las calles los promotores aseguran que esos beneficios sociales, como las vacunas son gracias al trabajo del presidente Andrés López Obrador.
Este tipo de prácticas, quién las puede denunciar, quién les va a dar seguimiento, cuando los candidatos y los partidos de oposición estás más interesados en captar votos que en estar denunciando esta clase de prácticas que ellos mismos en algún tiempo también impulsaban.
Un caso muy evidente y descarado es lo que sucede en Ecatepec, Estado de México, el municipio más poblado del país, en donde el mismísimo presidente municipal, Fernando Vilchis ha utilizado a los policías locales para que a bordo de patrullas oficiales se repartan despensas, principalmente en aquellas colonias en las que pueden hacer ofrecer la votación por Morena.
Sin embargo, es el “fuego amigo” en esa localidad, el que mayor daño le hace al propio edil, ya que se ha desatado una guerra intestina, protagonizada entre él mismo y la Sindicatura Municipal, quien ha denunciado públicamente que Fernando Vilchis presuntamente desvió 146 millones de pesos de recursos federales, que tenían como destino diversos programas sociales.
Pero esas confrontaciones internas han llevado a dejar abierta la puerta para que otros sean quienes obtengan mayores beneficios, como es el caso del trabajo de base que realiza el abanderado del PRI, Alejandro Albarrán, quien teje fino en la política local en busca de la unidad contra Morena, respaldando la labor del gobernador Alfredo del Mazo y siempre con el apoyo de su paisano, el ex gobernador y ahora senador de la República, Erubiel Ávila.
Seis semanas restan aún para los comicios del 6 de junio y ya se vislumbran importantes conflictos electorales y acusaciones, como graves conflictos postelectorales, a todos los niveles, como es el caso de los candidatos a gobernador de Guerrero y Michoacán, quienes harán hasta lo imposible por recuperar su registro ante el INE.
Pareciera que este proceso electoral tendrá características inéditas, en un ambiente de desconfianza, sin que fuera necesaria tanta ilegalidad, pues de haber cumplido con la ley y sin la confrontación con la autoridad electoral, los candidatos de Morena podrían haber obtenido triunfos muy importantes, pero todo lo sucedido no es más que muestra de la inseguridad del presidente de la República y del líder de su partido, por temor al voto de castigo.
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