Por Martín de J. Takagui
Ls semana pasada el gobierno federal declaró desierta la licitación para la construcción de la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco y como si así lo hubiese estado esperando, el presidente Andrés López Obrador, de inmediato anunció que sería el propio gobierno quien construirá dicho complejo, que si bien, requiere de una gran tecnología y modernidad, se trata de la construcción de una obra para un modelo energético viejo.
La construcción de una refinería en México, que comenzará su funcionamiento en la década de los años veinte, del Siglo XXI, pareciera un despropósito ambiental, cuando el futuro es de la energía limpia, la energía renovable, la energía que nada tiene que ver con los productos fósiles.
Las inversiones en refinerías son millonarias, como muy largo su pronóstico de vida. Hoy existen en el mundo refinerías centenarias y no por antiguas van a dejar de funcionar, esas refinerías costaron millones y millones de dólares, mismos que se han amortizado con creces, gracias a su producción por décadas, procesando millones y millones, también de barriles de petróleo.
La flamante refinería de la Cuarta Transformación, la construya quien la construya no tendrá más de dos décadas de vida útil y difícilmente podrá resolver el déficit de combustible actual, en México, pues por mucho que produzca, el déficit podría reducirse, hasta 20 por ciento de lo que hoy consumimos.
El presidente López Obrador se ha empeñado en cumplir un capricho que hace 40 años podría haber sido rentable, hoy pareciera que es un asunto personal y no de Estado, con una visión muy corta, pero lo más grave es que pareciera que se trata de un asunto de corrupción.
Si de corrupción, pero no contra la corrupción sino en favor de la corrupción, pareciera que lo que se busca es encontrar un camino que permita evitar cualquier fiscalización, pues de cualquier forma tendrán que contratarse diversos servicios y a costos millonarios, es ahí en donde el negocio fructificará. El declarar desierta la licitación, tiene un trasfondo muy profundo. El tiempo lo dirá.
CÓMO OCULTARLO
Aquellas prácticas tan criticadas, tan censuradas, tan publicitadas por los partidos de oposición y los caudillos hoy en el gobierno, en busca del desprestigio de quienes ostentaban el poder, vuelven y siguen estando de aquel lado, de quienes administran al país. Ahí, en el gobierno, desde el único punto, donde se pueden impulsar, porque es quien parte y reparte.
Hace unos días salió a la luz que el gobierno del presidente López Obrador otorgó una aportación gubernamental de cinco millones de pesos en favor de la Fundación Poniatowska, cinco millones que doña Elena agradeció públicamente, mediante un mensaje que desde Palacio Nacional envió a su señora madre.
Está bien que haya sido el día de las madres, pero ¿qué no el presidente López había criticado eso de que se beneficiara a las empresas, a las organizaciones y a las personas que tienen una relación personal y cercana con los gobernantes en turno?
La incongruencia es el signo de esta administración, la hipocresía es la forma de ocultar un ejercicio del poder mañoso y distinto a lo que prometió la honestidad valiente; la mentira, es la forma de justificar los gastos y el fraude en contra de los mexicanos, la forma en que el gobierno paga los 30 millones de votos que le otorgaron la confianza.
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