Por Martín de J. Takagui
México está a punto de un colapso, el desorden que ha dejado crecer el gobierno de la República hace que cada uno de los sectores, organizaciones, instituciones y Poderes de la Unión tomen sus propias decisiones frente a la ausencia de los lineamientos que llevarían al país a sumar esfuerzos en torno a una estrategia para frenar los embates y consecuencias de la pandemia del Covid-19
Las cámaras del Congreso de la Unión, decidieron por propia cuenta de los grupos parlamentarios ausentarse de la sesión que se había programado para este miércoles, por temor a los contagios, pues lo único cierto es que se ha recomendado evitar asistir a lugares muy concurridos.
Las condiciones financieras y económicas del mundo siguen amenazando las finanzas internacionales y su desarrollo, mientras que la Bolsa Mexicana de Valores sigue en caída libre, desde la semana pasada y el peso ya tocó la barrera de los 24 pesos por unidad, en tanto que el precio del barril de petróleo se mantiene por debajo de lo presupuestado para este año.
En estas condiciones, el gobierno del presidente Andrés López Obrador anunció una partida de tres mil 500 millones de pesos para atender la emergencia del Coronavirus, pues lo más grave vendrá en unas dos semanas, una vez que los contagios locales comiencen a florecer.
El panorama para este segundo año de gobierno de López Obrador se vislumbra con muchos nubarrones, pues crisis de salud, como la pandemia, frenan la consolidación de negocios, de inversiones y, sobre todo, ponen en riesgo los niveles de producción de las empresas manufactureras y de la transformación.
Con un precio del petróleo alrededor de 18 dólares el barril, estamos hablando de que se encuentra en alrededor del 40 por ciento de lo presupuestado, pues en principio, el Presupuesto de Egresos de la Federación había contemplado ventas a 49 dólares el barril, lo que indiscutiblemente representa una importante merma en los ingresos presupuestarios.
Es evidente que el origen de toda esta problemática es de índole externa, que la pandemia surgió en China y nadie la previó ni la deseó, que la crisis del mercado petrolero fue un desencuentro entre los países Árabes y Rusia que no lograron acuerdos en cuanto a la producción mundial, de eso no hay duda, son factores exógenos.
Sin embargo, lo que sí es una realidad, es que México y su gobierno no han tomado las decisiones acertadas ni en el tiempo que debió hacerse, hoy cada quien jala para donde su instinto y su intuición.
Por lo pronto, los llamados capitales golondrinos, los de la Bolsa Mexicana de Valores, no han dejado de salir, frente a la incetidumbre y frente a las amenazas que se tienden sobre la viabilidad de la empresa petrolera Pemex que es uno de los pilares y sustentos más importantes de la economía nacional.
A pesar de que el gobierno ya anunció, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público un refinanciamiento de la deuda, a través de Certificados de la Tesorería y el aumento del fondo para la estabilización del tipo de cambio, la especulación, la volatilidad y la reducción de las fuentes de ingresos, ponen en riesgo a la economía nacional.
Cuando un trabajador se queda sin ingresos, lo primero que hace es reducir sus gastos familiares, en este caso, la reducción de ingresos para el país es millonaria, muy importante, pero el gobierno no ha anunciado ningún recorte, tampoco un endeudamiento, pues sus créditos están hasta el tope.
Por otra parte, ahora que el petróleo no es negocio, lo primero que debe suspenderse es la construcción de la tan mencionada Refinería de Dos Bocas, en Tabasco, y el aeropuerto de Santa Lucía, son obras millonarias, que podrían quedarse sin financiamiento para ser concluidas.
Se espera una crisis tan importante que difícilmente podrá mitigarse antes de las elecciones de 2021, el reto es mayúsculo para la actual administración del país.
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