Por Martín de J. Takagui
El involucramiento de menores de edad en hechos delictivos, voluntaria o involuntariamente, siempre lleva el acompañamiento de, por lo menos un adulto, si no es que de varios y, en su mayoría, son sus familiares quienes provocan la desgracia de los menores.
Pero cuando las víctimas son los propios menores, el asunto se lleva al extremo de la crueldad, de la violencia, de la falta de valores, de la deshumanización de la sociedad y de la poca madre.
Pero esta situación extrema de la violencia en la sociedad mexicana es resultado de la impunidad, de la falta de acción de la justicia; es resultado de la corrupción que se inicia desde el policía que no acude al llamado de auxilio, hasta los jueces y magistrados que sueltan a los delincuentes por un detalle que no justifica dejar en libertad a quien ha dañado a los mexicanos.
Es de reconocerse la posición expresada el domingo pasado por el presidente Andrés López Obrador en Guanajuato, quien durante la inauguración de la estación de pernocta de la Guardia Nacional en la entidad advirtió que nunca más un juez debe dejar en libertad a quien ha ofendido de manera grave a la sociedad con sus actos fuera de la ley.
Pero la delincuencia organizada, la corrupción, el narcotráfico y cualquier acto delictivo se queda muy, pero muy por debajo de la condena que merece el atentar en contra de la vida de una menor o de un menor.
Hoy, nuestro querido país, nuestro querido México vive las consecuencias de un deterioro, de una podredumbre social, en donde la violencia se lleva hacia los seres más inocentes, hacia los seres más indefensos, como son los niños.
El problema de los feminicidios es un asunto de la mayor gravedad en México, se trata de un fenómeno, una variante de la violencia que no tiene excusa alguna, pues se asesina a las mujeres por ser mujer, por quererla violar, por abusar de ella, por robarle a quien es considerada débil, sin más calificativos un feminicidio es un abuso de la fuerza masculina, en la mayoría de los casos.
Es urgente que el gobierno de la República, que los gobiernos estatales y de la Ciudad de México diseñen una o decenas de estrategias de seguridad en favor de las mujeres, pero sobre todo en favor de las y los menores de edad pues el país y el mundo no pueden acostumbrarse a saber de casos como el del fin de semana pasado ocurrido en la alcaldía de Tláhuac, en la Ciudad de México.
El cuerpo de la menor apareció horas después de su desaparición en la escuela primaria Rébsamen, de aquella alcaldía en donde una señora, al parecer desconocida, reclamó a la menor y no se le volvió a ver hasta apareció en un paraje, a 500 metros de la escuela, pero envuelta en una bolsa negra.
Los gobiernos locales, estatales y federal ya no pueden quedarse sin actuar y tampoco pueden seguir postergando la entrega de resultados a la sociedad, ya está bien de estar echando la culpa a los de atrás, a quienes antecedieron a los actuales gobernantes.
Es de entenderse que existen tendencias, que hay antecedentes que orillan a la ocurrencia de casos, pero lejos de observarse un freno a los índices de incidencia, las atrocidades, la forma en que se asesina a hombres, mujeres, niñas y niños en México ha rebasado las peores historias de terror.
Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México; Andrés Manuel López Obrador y sus respectivos fiscales, como cada uno del resto de los 31 gobernadores estatales tienen que hacer un compromiso para frenar las tendencias de asesinato en contra de los menores y aquellos en donde las formas de violencia se han disparado hasta niveles del infierno.
Los números son elocuentes: tan solo en 2019, se registraron 98 feminicidios infantiles y 191 asesinatos dolosos en contra de menores de edad, se trata de tendencias que aumentan año con año, con una tasa de diez por ciento, lo que representa una amenaza grave para los niños mexicanos.
Habrá que recordar las palabras de Alejandro Martí, cuando recién habían asesinado a su hijo Fernando, a pesar de que pagó el rescate por el secuestro y les dijo a los gobernantes “si no pueden renuncien”.
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