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ABANICO/ Del bufón y las risas en la oficina

Fifí News by Fifí News
octubre 6, 2025
in Columnas, Columnistas
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ABANICO/ Cultura como criba de la innovación

Por Ivette Estrada

Creímos que después del COVID-19 se mimetizaría para siempre la vida personal y laboral, que el equilibrio tácito estaba cumplido y ya no aparecerían estereotipos que segregaban a los “graciosos”. Nos equivocamos. Férreos estereotipos de trabajo y seriedad parecen inamovibles.

Así, ese personaje que hace chistes de todo, que rompe el hielo, que introduce el juego en la rigidez laboral, suele ser visto con ambivalencia. Por un lado, se le agradece por aliviar tensiones, pero al unísono se le margina y tilda de poco serio, como si su humor fuera incompatible con la autoridad o el pensamiento crítico.

Pero ¿no es acaso el humor una forma de inteligencia emocional? ¿Una estrategia de resistencia simbólica? El “payasito” puede ser un bufón moderno, que revela las contradicciones del sistema sin confrontarlas directamente. En ese sentido, no es un simple distractor: es un mediador entre lo humano y lo institucional.

Muchas organizaciones aún operan bajo paradigmas de productividad que asocian la risa con la pérdida de tiempo. El juego, la ironía o la espontaneidad, se perciben como amenazas al control. Y sin embargo, los entornos más creativos y resilientes suelen ser aquellos que permiten la risa como forma de vínculo, catarsis y pensamiento lateral.

La empresa que se niega a jugar se vuelve un templo del deber sin alma. Pero el templo también necesita danza, carnavales y máscaras.

No se trata de imponer la risa, ni de exigir que todos sean bufones. Se trata de abrir espacios simbólicos donde el juego no sea castigo ni evasión, sino posibilidad. Donde el humor no sea una trampa para el que lo ejerce, sino una herramienta de conexión.

El bufón eterno no es solo un personaje: es una figura arquetípica, un espejo invertido, un alquimista del lenguaje que convierte lo solemne en juego y lo rígido en danza.

Subyace en él una profunda conciencia del absurdo. No es ingenuo ni superficial: es quien ha visto el fondo del pozo y decide reírse del eco. El bufón habita el umbral entre lo permitido y lo prohibido, entre lo institucional y lo íntimo. Su poder no radica en la burla, sino en la capacidad de revelar lo que todos saben pero nadie se atreve a decir.

En la corte medieval, el bufón era el único que podía decirle la verdad al rey sin perder la cabeza. Hoy, en los entornos laborales, sociales o incluso familiares, ese rol lo encarnan quienes se atreven a desestabilizar el discurso dominante con humor, ironía o juego.

¿Quiénes osan reírse de todo?

Los que han hecho las paces con su propia vulnerabilidad. Los que han comprendido que el ego es una máscara más, y que el ridículo es una forma de libertad. Son los que han renunciado a la solemnidad como escudo, y han elegido la risa como espada.

Los artistas que se burlan de sus propias obras. Los líderes que hacen chistes sobre sus errores. Los sabios que ríen en medio del caos. Los niños que juegan en funerales…No es cinismo, es lucidez. No es evasión, es alquimia.

El bufón no solo entretiene: selecciona, encuadra, revela. Su humor es una forma de montaje, su risa una forma de crítica. El humor desarma jerarquías, la risa puede ser una estrategia de inclusión, el juego puede ser una metamorfosis de justicia.

En un mundo utilitario, la risa se ha convertido en commodity. Se vende en cápsulas: stand-up, memes, campañas publicitarias. Se prescribe como medicina: “ríe para liberar endorfinas”, “el humor mejora la productividad”. Pero esta risa, instrumentalizada, pierde su filo. Se vuelve anestesia, no revelación.

¿Qué beneficios nos brinda, entonces, cuando no está domesticada?

Desarma el poder: La risa auténtica puede desnudar al emperador. Es crítica sin sermón.

Crea vínculo: Une desde lo humano, no desde lo funcional. En equipos, puede ser el pegamento invisible.

Libera el cuerpo: En contextos rígidos, la risa es movimiento, es respiración, es desobediencia somática.

Activa el pensamiento lateral: El humor rompe patrones, abre caminos creativos, permite ver lo que no se ve.

Ahora, el bufón en equipos multidisciplinarios: ¿es disruptivo o integrador? En equipos heterogéneos, donde conviven saberes técnicos, creativos, administrativos, el bufón puede ser el traductor simbólico que usa el humor para mediar entre lenguajes y disciplinas que no se entienden.

Capta lo que no se dice, lo que se oculta bajo la cortesía profesional. Al romper esquemas, permite que emerjan ideas que no cabían en el molde. Recuerda que no todo tiene que tener sentido, que el caos también es fértil.

Esto solo funciona si el bufón no es reducido a “el gracioso”. Si se le reconoce como figura crítica, como curador del humor, como estratega simbólico que revela, no se somete…

Pero el bufón que no mide su contexto puede volverse caricatura, perder su filo y convertirse en entretenimiento vacío.

Tags: AbanicoFeaturedIvette EstradaPrincipal
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